COCIO




Cayó en desuso hace muchas décadas y se utilizaba para hacer la colada en sentido estricto, pues hoy día llamamos así a lavar la ropa de forma general, cuando etimológicamente era un proceso muy concreto.

Este tiene una altura de unos 70 cm y un diámetro en la boca de unos 60 cm. Realizado en arcilla, dotado de asas para facilitar su transporte (aunque es bastante pesado, unos 30 kg) y se fabricaban en los mismos obradores en que se hacían las tinajas.

Lavar la ropa era algo que se hacía con agua, jabón y una tabla o pila, pero con el cocio, además, se desinfectaba y blanqueaba, pues servía para fabricar lejía.

El proceso era sencillo pero tan engorroso que se realizaba muy pocas veces al año. Sobre la boca del cocio se colocaba un paño tupido sobre el que se depositaba ceniza limpia. Antes se había metido la ropa blanca dentro. Después se iba dejando caer agua caliente sobre la ceniza y el líquido que filtraba a través de la tela (lejía), caía sobre la ropa, saliendo por el pitorro que el cocio tiene en la base y cayendo en un cubo donde se recogía, repitiendo el proceso una y otra vez con el mismo líquido.

En casa de mi abuela, como el desagüe del cocio es muy corto, utilizaban como canalización para llegar al cubo, una hoja de pitera (agave americana) cortada.

Eran tiempos duros, con menos comodidades pero, seguro que no necesariamente más infelices .




Este está lañado. Las lañas son unas grapas metálicas que se colocan a ambos lados de las grietas para evitar que terminen de rajarse y romperse. Después de colocadas, la grieta y los agujeros, se terminaban de sellar con una mezcla de cal y sangre de cordero. Hubo en tiempos un oficio, el de lañador, que quienes se dedicaban a él recorrían campos y pueblos lañando los útiles de cerámica.

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